BIENVENIDOS

Para los amantes del arte, de la producción, contribución, el sentir, la reciprocidad.; el propio manifiesto de las palabras, su hacerse contemplativo y la lectura de ideas. Un espacio para encontrarse, reencontrarse y perderse en el retorno. Un lugar ideado para la expresión sin condicionamientos ni tabúes...

martes, 29 de diciembre de 2009

Por allá va un 2009...


Trazar metas es casi una redención ineludible cuando se acerca un final de año y un comienzo de otro al mejor estilo de “volver a empezar” con la mente abierta y quizá clarividente a cambios, pronósticos, aciertos y desatinos que nos ha tocado y tocará reflexionar como curso dactilar de nuestras vidas y, como buen vídeo clic rodado en cada uno de nosotros, hacemos una revisión de lo que pudimos lograr durante este transitar 2009 y los proyectos rezagados, pospuestos, excusados, omitidos, olvidados y demás panfletos que por variadas e indistintas razones no alcanzamos apoyándonos en la noble convicción de que mientras exista un presente, increíblemente el futuro se seguirá escribiendo porque lo que toca es hoy y el mañana pasando la página.
No soy partidaria del destino; no creo en eso de que tenemos una butaca reservada en el anfiteatro del mañana. Mientras más planes armemos para un porvenir insospechado, más irá creciendo la frustración por no haber podido alcanzar aquello que esperábamos tanto. Muchos se preguntarán ¿qué nos detiene en alcanzar nuestros sueños, anhelos y demás aspiraciones? Y es paradójicamente esa idea de lo que vendrá después saltándonos la alambrada del presente; buscando atajos engañosos que omiten los paisajes de ensueño y relieves asombrosos de esa gran cordillera que connota y denota
cada existencia porque la vida no es ir del punto A al B; esa monotonía de lo siempre advertidamente enrejado.
Creo en una conjugación actuante; en la que palpita mientras me llevo la mano al pecho y la escucho como un relámpago. Creo en lo que soy hoy; en lo que he hecho y dejado de hacer; en lo que haré mientras ya lo estoy haciendo; en las derrotas más que en los triunfos; en lo que pierdo cuando lo encuentro súbitamente; en lo imprevisible; en la causalidad de la esquina; en la gente que voy conociendo; en el pasaje sin boleto; en un 2010 sin pronósticos; en la sensación al respiro; en el suspiro del otro; en ese lado mío que aún no conozco y otros me relatan mientras sirven unos tragos o ríen en un café..; pero por sobre todas las cosas, creo, confío, participo, alego, que este nuevo año que ya comenzó en el sentir de muchos de nosotros sea de petición y no de ruego; sea de convicción y jamás cobardías porque todo comienzo figura una esperanza; porque cada emoción es un nacimiento.

¡¡¡FELIZ ALUMBRAMIENTO 2010 PARA TODOS USTEDES, VOSOTROS QUE HAN HECHO DE SUS VIDAS UN LEGADO EN LAS VIDAS DE OTROS!!!

A.M

lunes, 28 de diciembre de 2009

GRIEGA. VOLUMNE III


La cavidad de la noche
despierta huérfana de estrellas
la milonga que desciende su canto
en covertizo de llantos sordos;
la oscura levedad de su aurora
de tus ojos extrañados y dormidos.
¡Despiertas! porque el concilio
del sueño es más perverso,
porque tu risa abre las ventanas
donde se asoman tus sombras,
donde los fantasmas encienden velas
que fulgen almas marchitas
veladas en la funeraria de tu sexo
ausentes del riego de mi saliva.
El panteón está en ruinas
tu silueta ahora es un manto
desnudo,
oscuro,
terso,
sin melodías de roces.
Concilio ser el telón
que aguarde tus espasmos
tu recital disfónico
aplaudido en insominios.

GRIEGA. VOLUMEN II


vuelve a esta mar corpórea
que te cobija las entrañas
que lame el vientre empañado
de espumas silenciosas
Corre descalsa esas olas de pieles
que dominan el fibroso llanto
arrastrando la cruz de caricias
al sur erecto de climas infieles
vuelve, ¡oh retorna a tu partida!
a esa llama que vio pecarte
en mis manos,
en mi cuerpo
desvaneciéndose como demonios
en ocaso flagelo de lluvias
que retornan siempre a un final
detrás de las sombras y sus mármoles.

BIRTHDAY BLUE


Paso entre agujas cruzadas
tejiendo las entrepiernas.
Pasar mis uñas partidas
Al zinc oxidado de tu boca caliente;
Pasa la asignatura del tiempo
sin paréntesis del mundo sintáctico.
Pasamos a mi piel escabrosa
de años seudónimos al cuerpo.
Pase y siéntese en la espera
del lecho desnudo,
la copa ociosa
y el cigarrillo sonámbulo;
Pasemos y evitemos entonar la vista
cuando la lengua edite páginas en blanco.
Pacer al vientre cobijado de turnos
con velas de súbitos hospedajes.
Paséis a vuestros camerinos infieles
desembarcando los años del naufragio;
Y cuando la marea remonte su llanto
anclada a tu sexo; izada en su popa
¡Sonreíd! Porque el cristal de tu rostro
se empañará de libertades,
cuando ya no camines
encorvada a su joroba.

A.M.

EL SECRETO DE LOS FLAMENCOS


Título: El Secreto de los Flamencos
Autor: Federico Andahazi
Año: 2002
Editorial Planeta



“El color es un medio para ejercer influencia directa sobre el alma: el color es la tela, el ojo el macillo, y el alma es el piano con sus cuerdas”
Wasily Kandinsky

“Descubrir” es la condición ermitaña de quien albacea un secreto para luego ser develado sin la necesidad de escrutar sus orígenes. Es así como el esbozo de la vida se convierte en un lienzo calcinado en la hoguera de la impotencia; en ese prisma de colores cenizos que ciegan las dotes del artista al contemplarse en la farsa de hurtos y usurpaciones en la que el arte va adoptando el aspecto más exacerbado de la sumisa competencia.

La obra El Secreto de los Flamencos, del escritor argentino Federico Andahazi, comparsa, desde la inmediatez histórica del Renacimiento, los azares clandestinos de los artistas en sus faenas por alcanzar la cúspide de la posteridad desde la empañadura de los deseos virulentos. Es la etérea búsqueda del pintor perfecto sostenida por la idea de crear, moldear, afinar la técnica de la pintura desde la prohibición y clandestinidad; desde la corrupción, requisa y deslices eróticos donde los valores morales caen mordidos de asombros e inercias a través de ese tránsito extraviado de la abstinencia y ecos de soledad con los que habría de sobrellevarse el peso del fracaso sin la castidad de un tiempo ausente y tardío.

La obra refleja la estancia estética de una Italia sobrecogida por el ademán de descubrir el enigma disyuntivo que para aquella época calibraba toda producción pictórica: la primera, encauzada hacia la búsqueda del color en estado puro, cuyo dominio de brebajes, cantidades y pigmentos recae en los artistas flamencos representados por los hermanos Van Mander; la segunda, desenvainada en las fórmulas matemáticas del trazado, perspectiva y escorzo adjudicadas a los autores florentinos, éstos últimos representados por el maestro Francesco Monterga quien posee la destreza mas no la habilidad alquimista para poder expresar lo inusitado de las imágenes en estado real, animado: la expectación eréctil de la luz insubordinada al relieve de sus trazados. Por tanto, dar vida a una obra significaba un acto de técnica invertida: vestirla desde el boceto; desnudarla hacia el matizado de sus formas. De esa manera, el producto, su moldeo compensaban la impericia del pincel toda vez de librarse la lucha entre el acto creativo versus sí mismos.

El Secreto de los Flamencos tiende a una búsqueda en espiral, en escollos laberínticos, bajo la consigna del eterno retorno como fuente de inspiración que no naufraga su travesía. Un asesinato libera la trama; una restauración travestí se oficia como causal de todos los hechos. Entonces, la literatura, de la mano de Pietro de la Shiena, comienza sus andares amanerados en el oficio por descubrir que la belleza tiene un carácter ficcional monstruoso; que toda fundamentación del arte radica en una sordidez humana donde las hipótesis no descansan en tergiversaciones; donde la duda y el engaño resultan la llave que abrirá –o quizá forze- el portal de enigmas en el que la presencia de un retrato ha sido consumado: Fátima, la deidad de la muerte; la reencarnación de una verdad trastocada a ciegas, sin pudores que la sonrojen.

La sospecha siempre acompañará esta obra porque el arte se vanagloria de inmortalidades siniestras, de postraciones seudónimas y contextos desahuciados en donde lo predecible no tiene cabida; donde el artista reivindica sus aspiraciones desde una historia que comienza y termina con el letargo sexual de una identidad sorprendida en otro cuerpo insolente; un morbo secreto que conoce la traición de la pérdida, ese sentido de pertenencia que destilan las culpas ajenas cuando la recompensa no es la codiciada.

El Secreto de los Flamencos se halla oculto detrás de los lienzos hermafroditas teñidos de sangre; en un caballete de glorias sorprendidas por los laureles de sus esclavitudes y derrotas. Resta, pues, que el lector devele el acertijo quedándose con ese botín descorazonado de toda obra inconclusa, desechada. Todos los caminos conducen a desencontrarse.

ATAMAICA MAGO

domingo, 13 de diciembre de 2009

LETRALIA


Llovizna la almohada de tu inocencia
bañada en llantos de fluidos viscosos;
agitando las sábanas de un insomnio
condenado al desahogo de tu partida.
Soñar que cada gota de charco vaporado
se esparce en el cuerpo del que yace fallecido;
putrefacto a la amnesia de una memoria insolente
que condiciona el verbo antes de ser proferido…
Soñar que el despertar es otra aurora manifiesta
que oscurece el infarto de un amor clandestino;
resignado a desertar mientras otras bocas se acercan
a la victrola de mi garganta que escupe pesadillas.
Soñar ¡Oh enaltecer la resaca de los dioses!
Vergel embriagado de rostros
flagelados,
colgantes,
persignados;
domesticados a perderse en la vigilia
de los que anclan en la pena de sus muelles cobardes.
Soñar que en esta madrugada ya no existes
que sólo fuiste el desvarío de lo que el llanto
siempre anhela;
soñarte mientras descalza hiere la muerte
postrada en el diván cimentado para otros soñadores…”

A. M.

POST MORTEM


POST MORTEM

Quiero enterrar mis lágrimas en tus pechos sudorosos;
Olfatear el cobertizo de laureles
por donde pasa tu sexo
en procesión sonámbula.
Quiero hundirme en tus ojos; anclar en tu boca
los restos de tu piel bañada en salivas;
quiero embalsamar tus partidas;
construir un mausoleo en andares fallecidos;
esparcir la arena del tiempo tras las huellas
de mis destemplanzas y borracheras;
quiero hacerme coronas de espinas;
crucificarte al jadeo de esta pasión que truena;
de esta erección convertida en llamas aulladas;
quiero entregarte la última rosa caída;
la marchita fe de la espera yerma en orgamos;
quiero despedirte; bajar las persianas de mis lenguas
fumar el último hálito de una imagen vencida
al festín de la muerte que te reclama celosa.
Y Después de tu funeral;
cuando te halles ausente;
quiero emborracharme,
vomitarte en vinos baratos
exhumarte; despojar tu cadáver;
Juzgar tu cordura redimiendo mis demencias
Y como Aquiles, enlazarte a esta cólera
que brama tempestades, mientras sonrío
Ciegamente.

A.M.

EL SECRETO DE LOS FLAMENCOS


Título: El Secreto de los Flamencos
Autor: Federico Andahazi
Año: 2002
Editorial Planeta


“El color es un medio para ejercer influencia directa sobre el alma: el color es la tela, el ojo el macillo, y el alma es el piano con sus cuerdas”
Wasily Kandinsky

“Descubrir” es la condición ermitaña de quien albacea un secreto para luego ser develado sin la necesidad de escrutar sus orígenes. Es así como el esbozo de la vida se convierte en un lienzo calcinado en la hoguera de la impotencia; en ese prisma de colores cenizos que ciegan las dotes del artista al contemplarse en la farsa de hurtos y usurpaciones en la que el arte va adoptando el aspecto más exacerbado de la sumisa competencia.

La obra El Secreto de los Flamencos, del escritor argentino Federico Andahazi, comparsa, desde la inmediatez histórica del Renacimiento, los azares clandestinos de los artistas en sus faenas por alcanzar la cúspide de la posteridad desde la empañadura de los deseos virulentos. Es la etérea búsqueda del pintor perfecto sostenida por la idea de crear, moldear, afinar la técnica de la pintura desde la prohibición y clandestinidad; desde la corrupción, requisa y deslices eróticos donde los valores morales caen mordidos de asombros e inercias a través de ese tránsito extraviado de la abstinencia y ecos de soledad con los que habría de sobrellevarse el peso del fracaso sin la castidad de un tiempo ausente y tardío.

La obra refleja la estancia estética de una Italia sobrecogida por el ademán de descubrir el enigma disyuntivo que para aquella época calibraba toda producción pictórica: la primera, encauzada hacia la búsqueda del color en estado puro, cuyo dominio de brebajes, cantidades y pigmentos recae en los artistas flamencos representados por los hermanos Van Mander; la segunda, desenvainada en las fórmulas matemáticas del trazado, perspectiva y escorzo adjudicadas a los autores florentinos, éstos últimos representados por el maestro Francesco Monterga quien posee la destreza mas no la habilidad alquimista para poder expresar lo inusitado de las imágenes en estado real, animado: la expectación eréctil de la luz insubordinada al relieve de sus trazados. Por tanto, dar vida a una obra significaba un acto de técnica invertida: vestirla desde el boceto; desnudarla hacia el matizado de sus formas. De esa manera, el producto, su moldeo compensaban la impericia del pincel toda vez de librarse la lucha entre el acto creativo versus sí mismos.

El Secreto de los Flamencos tiende a una búsqueda en espiral, en escollos laberínticos, bajo la consigna del eterno retorno como fuente de inspiración que no naufraga su travesía. Un asesinato libera la trama; una restauración travestí se oficia como causal de todos los hechos. Entonces, la literatura, de la mano de Pietro de la Shiena, comienza sus andares amanerados en el oficio por descubrir que la belleza tiene un carácter ficcional monstruoso; que toda fundamentación del arte radica en una sordidez humana donde las hipótesis no descansan en tergiversaciones; donde la duda y el engaño resultan la llave que abrirá –o quizá forze- el portal de enigmas en el que la presencia de un retrato ha sido consumado: Fátima, la deidad de la muerte; la reencarnación de una verdad trastocada a ciegas, sin pudores que la sonrojen.

La sospecha siempre acompañará esta obra porque el arte se vanagloria de inmortalidades siniestras, de postraciones seudónimas y contextos desahuciados en donde lo predecible no tiene cabida; donde el artista reivindica sus aspiraciones desde una historia que comienza y termina con el letargo sexual de una identidad sorprendida en otro cuerpo insolente; un morbo secreto que conoce la traición de la pérdida, ese sentido de pertenencia que destilan las culpas ajenas cuando la recompensa no es la codiciada.

El Secreto de los Flamencos se halla oculto detrás de los lienzos hermafroditas teñidos de sangre; en un caballete de glorias sorprendidas por los laureles de sus esclavitudes y derrotas. Resta, pues, que el lector devele el acertijo quedándose con ese botín descorazonado de toda obra inconclusa, desechada. Todos los caminos conducen a desencontrarse.