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Para los amantes del arte, de la producción, contribución, el sentir, la reciprocidad.; el propio manifiesto de las palabras, su hacerse contemplativo y la lectura de ideas. Un espacio para encontrarse, reencontrarse y perderse en el retorno. Un lugar ideado para la expresión sin condicionamientos ni tabúes...

sábado, 8 de octubre de 2011

LAS PERIPECIAS INÉDITAS DE TEOFILUS JONES


¿Se imagina un pueblo sometido por la barbarie de la locura cuyos empleados públicos han sido convertidos en clones leales a un gobierno que considera una aberración antirrevolucionaria usar el ascensor, fabricar hielo, cortarse la barba y blasfemar contra las injusticias del Estado no sin antes colgarse una sonrisa idiota en el rostro?
¿Puede siquiera sospechar un país convertido en ese gran altar de cultos disparatados donde monjes hindúes manejan metralletas, los burdeles son declarados ermitas del Estado, sectas de hombres reclamando el retorno de sus prófugas mujeres, la propiedad privada en manos del condominio ministerial, espejos u otros enseres llamados a declarar, las mascotas como bienes extintos, camiones cisternas haciendo las veces de convoy militares, y un helicóptero al propio estilo cinematográfico de “True Lies” sobrevolando la ciudad para rescatar a un policía mediocre, un despechado detective y una secretaria lasciva de un peligroso destino en el que proteger al gato Hugo resulta clave para la liberación y desestabilización de un poder teocrático enfrascado en el oráculo de una sequía que tiene a todos sus habitantes en jaque?
Es posible que todo esto le resulte inverosímil, pero no está muy lejos de la realidad si a todo lo anterior le añadimos la crisis energética, el desabastecimiento de alimentos y la falta de agua como hecatombe de males aún mayores que unos personajes intentan resolver orándoles a los dioses, invocando a los espíritus milenarios para que envíen al Mesías de turno liberándolos así de sus pecados y responsabilidades indolentes. Suena a conflicto actual, a panorama circundante de una nación vista de cabezas cuyo porvenir es sentenciado a desmoronarse una y otra sin importar si es de derecha o izquierda el listón político que se coloque. Y es que Fedosy Santaella sabe darle a la ficción el sitial de honor que se merece para poder versionar la realidad, prismatizar la imaginación con hechos que insisten en compactarse pero que en medio de su resistencia terminan desencadenando una serie de acontecimientos donde no existen héroes ni villanos, sólo sus tristes caricaturas.
“Las Peripecias inéditas de Teofilus Jones” del escritor venezolano Fedosy Santaella (Alfaguara; 2009) relata las hazañas accidentalmente heroicas de Teofilus Jones, nuestro Cisco Kid caribeño, un hombre risible e incompetente quien después de haberse dedicado a lecturas de novelas policiales y debido a las exigencias revolucionarias de La Gran Religión Universal, decide abandonar su vocación literaria para enrolarse como oficial burócrata -masturbador de papeles, firmas y sellos- de un nuevo orden de Estado en el que todos los funcionarios públicos son nombrados copias, estirpes unicelulares, de un sistema totalitario en el que la igualdad equivale a la negación de los derechos ciudadanos; donde se instala la resignación como estilo de vida anulando la posibilidad de pensar y actuar por sí mismos porque no existe otra libertad que no sea la autorizada por su gobernante, El Gran Barbado, El Sumo Sacerdote, Supremo Presidente, Sacro Máximo, Excelso Guerrillero, Líder Egregio y demás distintivos que implantan el egocentrismo del poder como chip para anestesiar la memoria colectiva de sus pobladores ahora convertidos en mendigos feligreses de la patria.
Así, a Teofilus Jones le es encomendada la misión de resguardar la vida de un gato Persa Himalayo llamado Hugo (amuleto del gobierno) por el mérito de ser uno de los agentes más ineptos del departamento policial y, por tanto, el indicado para no levantar sospechas sobre el paradero del felino. En tal sentido, se le ordena a Jones la peligrosa misión de permanecer encerrado en su departamento por tiempo indefinido hasta que el aluvión de las profecías pasase, siendo provisto de todo cuanto necesitara para la manutención de la mascota, entre lo que vale la pena destacar un camión de agua potable, elipsis sagrado en tiempo de crisis.
Pero una serie de eventos insospechados cambiará el rumbo de los acontecimientos en los que Teofilus Jones llega a convertirse en prófugo de la justicia siendo perseguido por guerrilleros, mercenarios, agentes gubernamentales, clones militares, una esposa cuaima, sagradas prostitutas, el dueño de una funeraria y demás ringleras de personajes que danzan alrededor de un líder acosado por sus propias fobias de grandeza.

El autor construye con sátira maestría, conmoción, distención y suspenso, una trama cuyo lenguaje picaresco nos recuerda los nudos existencialistas kafkianos (esa voz sarcástica que le guiña el ojo a lo que está por-venir si acaso ya no está sucediendo en un presente lleno de anarquismos y disociaciones); ese humor negro concebido no para mofarnos de la realidad, sino para develarla, deconstruirla pieza por pieza conforme sus personajes transiten y padezcan en cada situación lo risible de vivir adeptos a un régimen que no sólo es dictatorial sino también místico, esotérico, que utiliza sus alocuciones populares para evangelizar conciencias dirigiéndose a una población aduladora que ante aquello que no puede rebelarse, prefiere desentenderse.
Es así como en esta obra la intimidad de cada individuo es sacrificada por el bienestar colectivo de las favelas patrióticas; por ese culto a la personalidad (o personalidad inculta) en torno a la figura de un líder que, paradójicamente, no busca empatías con el pueblo sino convertirse en el credo, la biblia misma de sus gobernados, en la vigilia santera de una sociedad que se auto censura cuando se le inflige un sentimiento de culpabilidad charlatana; esa falacia de preocupaciones creada para distraer atenciones con frases sensibleras, contradictorias, mártires que van despertando los complejos más recónditos de quienes hastiados de sentirse excluidos de un proyecto de país -en apariencia integrador- se someten a la obediencia de lo insólitamente cotidiano a cambio de obtener esas migajas de pan prometidos como banquete; de rodillas para evitar el desplome causado por el desengaño.
Fedosy nos introduce en una historia en el que nada tiene sentido, donde sus personajes se debaten en una enfrascada lucha por un ideal que no saben cuál es, pero que ociosamente defienden a capa y espada como suelen hacerlo quienes no tienen la más mínima idea del motor que mueve sus argumentos: empuñando un arma, cargando una metralleta, disparando sus divagaciones contra esos enemigos -¿o molinos de viento?- que terminan reflejándolos con desfigurada simetría. En ese preciso instante, Teofilus Jones se da cuenta que los trastornos mentales se manifiestan en conjunto, pero la cordura se recobra en solitario; que oponerse al adversario es convertirse en su aliado y viceversa. Una subversión ridícula emprendida no en aras de la libertad y supervivencia, sino para entender de qué va la vida cuando se convive entre personas entregadas al horror, la idolatría, el conformismo y de cuclillas ante beato caudillo al cual se le venera sus malos chistes y chácharas ebrias.
Esta obra invita al lector a sumergirse en distintos laberintos que los hará reír, gozar, estallar de asombro, pero también tensará la cuerda de la angustia y la desesperanza a través de acrobáticas historias que condensan distintos géneros narrativos (desde el policial hasta ciencia-ficción) donde entretener no es el simple objetivo de su lectura, sino la sospecha de que en este juego ficcional, el desenlace siempre esconde un ace bajo la manga, el típico “gato encerrado” de toda trampa condenada al fracaso y que se excusa en la premisa de un gato que sirve para desenmascarar la verdadera ideología de un gobierno que ha hecho del parloteo, el esoterismo, su cinismo y pulida cursilería convaleciente una nueva estratagema política.

Fedosy Santaella: Puerto Cabello, Estado Carabobo (1970). Licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Ha publicado los libros de relatos Cuentos de cabecera, El elefante, Postales sub sole, Piedras lunares (Ediciones B) y Ciudades que ya no existen (Fundación para la cultura urbana), así como las novelas Rocanegras (Ediciones B) y Las peripecias inéditas de Teofilus Jones, ésta última bajo el sello Alfaguara. También con Alfaguara publicó los libros de cuentos para niños y jóvenes Fauna de Palabras, Verduras y travesuras, Historias que espantan el sueño, Miguel Luna contra los extraterrestres y Pasapuertas. En 2009 realizó para esta editorial una antología del cuento venezolano para jóvenes lectores titulada Cuentos sin palabrotas.
Obtuvo el Premio Único en la mención narrativa de la Bienal Internacional José Rafael Pocaterra, bienio 2004-2006 por Postales sub sole, y mención de honor en la Bienal José Antonio Ramos Sucre 2007 por Piedras lunares. En 2008 recibió recomendación de publicación en el concurso de cuentos de El Nacional por su cuento «Muelles lejanos», y el Premio Canta Pirulero en la Bienal José Rafael Pocaterra con su libro Pasapuertas.




















BREVE CURRÍCULO LITERARIO
Atamaica Mago (Caracas; 1980) Estudió Letras en la Universidad del Zulia (2002) y Educación mención Lengua y Literatura en la Universidad Católica Cecilio Acosta (2008). Cursante de la Especialidad en Enseñanza de la Lengua adscrita al Departamento de Postgrado por la Universidad Católica Cecilio Acosta (UNICA). Actualmente, se desempeña como docente y Coordinadora Académica en la II y III Etapa de Educación Básica, con más de diez años de experiencia impartiendo clases en el área de Lengua y Literatura así como también dictando talleres de animación a la lectura escénica, audiovisual, para niños y adolescentes. Escritora, investigadora, correctora de textos; autora de diversos poemas, ensayos, trabajos metodológicos y recensiones literarias publicados en los sitios web que mantiene (www.planetaanonima.blogspot.com / www.avemagioz.tumblr.com) y en otros portales electrónicos dedicados a la difusión cultural de las artes y letras.

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